miércoles, 9 de noviembre de 2011

La Familia Sus orígenes históricos remotos de Fustel de Coulanges


La familia era un pequeño cuerpo organizado, una pequeña sociedad que tenía su jefe y su gobierno. No hay nada en la sociedad moderna que pueda darnos una idea de esta autoridad paterna. En aquella antigua época, el padre no era sólo el hombre fuerte que protege y que tiene el poder de hacerse obedecer: era el sacerdote, el heredero del hogar, el continuador de sus antepasados, el tronco de sus descendientes, el depositario de los ritos misteriosos del culto y de las fórmulas secretas de la oración.
“El propio nombre con que se le designa, pater, en lenguaje religioso se aplicaba a todos los dioses; en lenguaje jurídico, a cualquier hombre que no dependía de otro y ejercía autoridad sobre una familia y sobre un dominio, se empeleaba con todos aquellos a quienes se deseaba honrar. El esclavo y el cliente la usaban para con su señor. Era sinónimo de las palabras latina Rex y griega basileo (rey). No contenía en sí la idea de paternidad, sino la de poder, autoridad, dignidad majestuosa.
Los hijos no se separaban del padre; gracias al principio de la comunidad del dominio, los hermanos menores no se separaban del primogénito. Hogar, tumba, patrimonio, todo era indivisible en sus orígenes. En consecuencia, la Familia también los era. El tiempo no la desmembraba. Esta familia indivisible, que se desarrollaba a través de los tiempos, perpetuando de siglo en siglo su culto y su nombre, era verdaderamente la gens antigua. La gens era la familia, pero la familia habiendo conservado la unidad que su religión le imponía, y habiendo alcanzado todo el desarrollo que el antiguo derecho privado le permitía alcanzar.
Cada familia tiene también su propiedad, es decir, su parte de la tierra que está inseparablemente unida a ella por su religión  En fin, cada familia tiene su jefe como una nación tendría su rey. Tiene sus leyes, su justicia interior, por encima de la cual no hay otra la que se pueda apelar. Todo aquello que el hombre necesita perentoriamente para su vida material o moral, la familia lo posee en sí. No necesita nada de fuera: es un Estado organizado, una sociedad que se basta a sí misma.
“Esta familia de las antiguas épocas no estaba reducida a las mismas proporciones que la familia moderna. En las grandes sociedades, la familia se desmembra y decrece; pero, en la ausencia de cualquier otra sociedad, se extiende, se desarrolla, se ramifica sin dividirse. Varias ramas secundarias permanecen agrupadas alrededor de una rama primogénita, junto al hogar único. 

Extraído del libro de Fustel de Coulanges.  “La Ciudad Antigua” 








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