Hoy la sociedad argentina se pregunta: Sí o no al aborto. El tema ya ha tomado estado parlamentario y de un momento a otro los representantes del pueblo, reunidos en el Congreso, levantarán las manos en representación de niños por nacer. Cada mano en alto puede o no, estar manchada por la sangre de otro desaparecido en esta amada patria de tantos genocidios desde sus albores. En este caso se prepara “legalizar” la muerte de niños inocentes, en obediencia a una siniestra “receta” que se viene desarrollando desde hace años en pro de destruir la familia argentina (Léase:Sociedad)… Y así estamos.-
Cuando se va por la calle y se tiene al frente un poste, quedan dos opciones: Lo esquivo para no llevarlo por delante o hago que el poste no existe, lo embisto y tendré así las consecuencias del dolor y algo más.
En definitiva, no se puede negar una realidad.
La realidad, en este caso, es que la vida del hombre comienza en el preciso momento en que un espermatozoide fecunda al óvulo. Por eso estamos aquí nosotros los seres humanos y otros animales de la creación. En ese momento el intercambio celular de un hombre y una mujer comienza a desarrollarse a ritmo vertiginoso, los genes de los progenitores se intercambian a ritmo acelerado y en pocos instantes ya tenemos la cadena genética que caracterizan al nuevo ser: Ha nacido un nuevo hombre para la especie humana!!!. Antes de los 30 días de gestación (antes que la madre se entere de su embarazo) comienza a latir el corazón del nuevo ser humano que algún día sentirá las caricias de su madre, se alimentará de su leche y podrá ocupar un lugar digno en la sociedad, en el mismo espacio social que hoy disfrutamos.
Planes opuestos al amor natural de la condición humana, pretenden hoy, bajo distintos pretextos, destruir LA VIDA, una vida que solo Dios nos tiene reservada a cada uno, para cumplir un designio.
Es hora de no quedar indiferente en esta instancia: Haciendo oír nuestro SI A LA VIDA.
Elevando nuestra oración a Dios pidiendo por nuestra Patria (“El Santo Rosario es un instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad”- León XIII); Oraciones comunitarias en los distintos credos, dialogar en familia y en los ambientes que nos toca actuar, y sobre todo a la hora de emitir nuestro voto para elegir a nuestros representantes.
Defender y valorar la vida que nuestra madre nos dio es una cadena de amor inherente a todo aquel que proclame los derechos humanos por una sociedad más fraterna y saludable en lo físico, mental y espiritual.
Medardo Lino Acosta
Presidente Fundación Familia